jueves, 29 de diciembre de 2011

DÍA VEINTISEIS


Llega la voz que calma la ausencia en el invierno en Chosica.
Llega la voz que clama la urgencia en los parajes de La Molina.
Llega la voz emplasto en la playa Barranquito de aguas
rebeldes.
 
Promesas que se fueron raudas volando sobre los acantilados.
Lágrimas de paz. Absoluciones consuelo
que se secaron entre nuca y garganta.
 
Marejadas que la voz amaina sobre la soledosa avenida El Sol,
vigentes en la espuma nostalgia.
 
 
Voces que se llevan los pedazos de cielo
y el deshielo de las andinas montañas.
 
Caminos y flores, piel y entrañas.
El pasado sin nosotros y el presente sin ellos.


De: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2006 de Rogger Alzamora Quijano

martes, 13 de diciembre de 2011

DÍA CATORCE


El sorbo de insidia no fue suficiente para inculparte.
Permaneciste de negación en negación.
Y quedaba de ti dulce nueva caliente adicción.
 
Desde recónditas articulaciones y desconocidos huesos tú,
tu nombre reflujo desde mis entrañas para atosigar mi garganta,
hundías tus dedos pesadilla sobre reclamos y rebeldía.
 
Un sorbo de insidia es un vano consuelo que no alcanza.




DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2002 de Rogger Alzamora Quijano.

jueves, 17 de noviembre de 2011

DÍA VEINTIOCHO



Felicidad es esperarte fresca como la madrugada.
Es saberte y conocerte en los predios de tu modestia.
En las aguas de la conciencia limpia.
En tu desdén por los conspiradores.
Es tener tu abrazo perpetuo,
descubrir en el terreno de tu frente
mapas de un mundo que no conozco.
Es oír tu risa cósmica.
Conocer la nube de tu tacto.
Tus colinas, la sombra de tu espalda.
Todos tus bebederos y despeñaderos.
Es confluir en un mismo milagro.



De: versos conversos Derechos Reservados © Rogger Alzamora Quijano

domingo, 6 de noviembre de 2011

EL PESO DEL ALMA

Escribe: Rogger Alzamora Quijano

Francis Crick, el biólogo y Premio Nobel encontró que el alma humana pesa 21 gramos y está ubicada en la marea de neurotransmisores y recovecos de las estructuras cerebrales. ¿Se separan esos 21 gramos del cuerpo cuando morimos?
¿Acaso ese último suspiro, aquella exhalación definitiva, deriva en una separación cuasi material de lo intangible?

¿Y qué contienen esos 21 gramos? ¿Qué incluye aquél último equipaje? ¿Son acaso las mejores experiencias? ¿Son nuestros mejores sentimientos? ¿La mejor parte de nosotros? ¿O es lo más negativo, ruin y oscuro de nuestro ser? ¿O en definitiva es un último ejercicio de humildad que nos obliga a aceptar dentro de los 21 gramos lo bueno y malo, la felicidad y el dolor, las taras y las virtudes en partes iguales? ¿O algún papel tendrá la dictadura del azar?

Cuando morimos disfrutamos de un último estallido de conciencia, aquél panorama brevísimo y misterioso que nos obliga a confrontarnos, repasarnos, auscultarnos íntimamente. Lo inexplicable de su origen, lo fascinante e intrincado de su definición, y en este caso el intrincado teorema de su composición, hacen del alma la parte más importante -aunque paradójicamente también la más liviana.

¿Qué hay en esos 21 gramos? Valores y prejuicios, conductas y desórdenes, nuestros placeres más intensos, las delicias y el acíbar de nuestras vidas. Lo que nos dolió y enfureció. Aquellos nobles sentimientos frente a la desdicha propia y ajena; el deseo de disfrute y la sensación de paz. Todo eso que parece ser abundante e interminable sólo pesa 21 gramos, según parece sugerir de alguna forma el señor Crick.

Quizá no tengamos que entender lo del rayo destellante llamado “córtex visual” y hallaremos algún atajo para no enfrascarnos en explicaciones acerca de la teoría de la oscilación (algo así como grupos de neuronas que cambian de foco de atención según su percepción de los estímulos); o asentir acerca de que la conciencia puede construir por sí misma vías alternas a partir de la transmisión e interpretación. Quizá nos preocupa más ese algo que abandona el cuerpo para irse a un limbo metafísico donde acampará quién sabe si para siempre. Aunque 21 gramos sea el equivalente a una pequeña rebanada de pan, de estos 21 que pesa el alma su contenido está elevado a la enésima potencia.

El alma, ese gigante contenedor de experiencias, pesa apenas 21 gramos. Pero no es su peso físico lo que nos interesa -o le suma interés-, sino lo que significa respecto de la vida que se va. O lo que es lo mismo: lo que se llevará la muerte.
¿Dónde y cómo queda ese menudo ato al momento de partir (o partirnos en dos)?


© 2011

sábado, 22 de octubre de 2011

SUEÑO GAVIOTA


Volamos estepas y ciudades. Calles, árboles, nubes,
silencios y tormentas.
Ibas morena, magnánima, soberana.
Volamos sobre zanjas profundas
envueltos por tinieblas miedos, llantos y resuellos.
Y sobre el bucólico balcón que dominaba la ciudad.

Altitud y distancia son eufemismos.
Moribundos kilómetros, opaco cansancio.

Volamos lejos sin trazar futuro
un sueño gaviota.


De: versos conversos Derechos Reservados © 2011 Rogger Alzamora Quijano

domingo, 9 de octubre de 2011

BRAZOS LIRIOS



No me importa el verde del campo si no estás tú.
No me gustan las flores si al mirarlas lloras.
No hay canción que valga más que tu voz,
y no hay alivio que no venga de tus ojos.
 
No me gusta estar donde no estás.
Quiero que mis días tomen el color de tus sueños.
Que la modorra termine en tus brazos lirios
y me insinúe tu tacto un mínimo indicio.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © Rogger Alzamora Quijano

domingo, 18 de septiembre de 2011

DÍA VEINTINUEVE


Tú y yo atravesamos montañas azules e ignotas.
Nos sentamos a la sombra de árboles eternos.
Corrimos con los siete perros tras el ganado.
Lloramos ante los huesos de los abuelos.
Tú y yo nos sentamos al sol, mirando
las lagartijas brincar de piedra en piedra.
Nos olvidamos del hambre y el abrigo.
Del temible futuro que nos separa.
Tú y yo inventamos el teorema de la esperanza.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2007 de Rogger Alzamora Quijano

sábado, 10 de septiembre de 2011

EL ENVIDIOSO ES ENEMIGO DEL AFORTUNADO


Escribe: Rogger Alzamora Quijano

Parafrasear a Epicteto, en su memorable frase acerca de la envidia, ciertamente nos da un magnífico impulso para reflexionar acerca de tan despreciable oficio –el de envidioso(a)- y su enfermiza práctica a cargo de cretinos (as) de baja estofa.
No existe un defecto tan miserable como la envidia, pues se acumula, crece y se esparce bajo las sombras, escondido, malévolo y cobarde. Siempre el envidioso señala a alguien como autor de la fuente. Nunca se inculpa y por lo general lanza su hediondez escudado en terceras personas.
La chismografía es, sin duda, caldo de cultivo para la envidia. Una junta de chismosos (as) es el conciliábulo ideal donde se pierde el tiempo y se ocultan las miserias de la propia vida; sirve para menoscabar a alguien a quien se lo admira en secreto.
No se siente envidia por alguien que no vale nada, sino por aquél que muestra ventaja intelectual o cultural, -patrimonio que no se puede comprar. Porque la envidia es la manifestación más clara de la pobreza cultural de un individuo.
La envidia es una pasión cobarde y vergonzosa que nace de la admiración por el enemigo. Y como no se es capaz de enfrentarlo directamente, se comienza en el chisme y se termina en la injuria, la diatriba y el desprestigio gratuito.

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten…” decía Schopenhauer y ello debe finalmente explicar el origen de tal infamia: sólo un desdichado puede detenerse a observar la vida ajena mientras elucubra las peores bajezas, en lugar de preocuparse por construir una vida propia positiva y limpia.
Sólo queda sentir lástima por los envidiosos. La envidia acorta sus vidas y las empobrece.
En el submundo en que viven respiran hipocresía y traición.

Para cerrar, los versos de Goethe en su poema Käffer: “el eco de sus ladridos demuestra que cabalgamos

sábado, 27 de agosto de 2011

EL PARAÍSO VIRTUAL

Escribe: Rogger Alzamora Quijano


He leído y sigo leyendo excelente literatura. El mundo sigue usando la palabra para crear y recrear. Se puede morir en el intento y aún así dar batalla.

En la búsqueda de transmitir sensaciones, se crean mundos paralelos a modo de coordenadas oníricas, territorios de la ilusión. Se abona imaginación para modificar la vida, para reinventarla, dejando que los lectores transiten por los escenarios más inverosímiles y ajenos.
Mundos donde vivir cuando el propio no basta, no gusta o no sirve.

Hay en el alma de cada ser humano un mundo imaginado, único y secreto que es ademas ajeno al resto. Hay en algún texto ajeno, un verso o poema que hubiésemos querido escribir, quizá para llenar ese tramo inconcluso que sabemos está en alguna parte.

El mundo sigue escribiendo mundos alternativos que conmueven y sorprenden. Donde se mire hay esfuerzos para decir lo que los demás esperan.

A quienes no desmayan en su búsqueda, a todos los que cada día usan la palabra para seguir edificando el espíritu:

No paren. Existen territorios inexplorados en cada ser humano donde se puede colocar la semilla de un mundo libre de odios, guerras y conflictos. Un espacio donde discrepar con altura y sin altisonancias ni exclusiones, sin infamias ni discriminación que menoscaben la dignidad y empobrezca la raza humana.

Sigamos más decididamente en el propósito de usar la palabra como herramienta de convivencia pacífica entre los seres humanos.


© 2011

jueves, 11 de agosto de 2011

DÍA DOCE



Niebla nube nubosa apariencia
Letal metal de filuda sentencia
corta inflama invade y carcome
Niebla que nubla y puebla mi alma
mi mente constante que constante-mente
me lleva hasta tu cama
destino que persigo y no consigo
me arrodillo me arrepiento y me miento
 
Hundes sin clemencia tu ausencia
lengua mojada que horada mi garganta
Muero regreso me odio me peso
 
pero sigo y reincido
para perderme entre tu boca y tus ojos
para resignar mi sombra y mi nombre



De: versos conversos Derechos Reservados © Rogger Alzamora Quijano

martes, 19 de julio de 2011

EL DÍA QUE APRENDIMOS A BESAR


El mediodía iluminó la habitación, nuestras miradas y tu desconcierto.
Tu mano alisó mi cordura y un sismo dañó mis estructuras.
Entre noche y sol elegí tus pestañas.
Mientras nos invadía la necesidad del beso tantas veces postergado
y tu cintura ardía con notorio latido ante la inminente melodía
y se abrieron tus dientes sobre tu miedo y mi desmesura.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2011 de Rogger Alzamora Quijano

lunes, 11 de julio de 2011

A LA SONRISA



Para cuando yo no esté contigo inventé esta sonrisa.
Para ti. Solamente para ti.
Para cuando me busques entre la multitud sabiendo que ya no estoy.
Para cuando la soledad te acose
es esta sonrisa que inventé para ti.
Solamente para ti.
 
 
DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © Rogger Alzamora Quijano

jueves, 7 de julio de 2011

MACHUPICCHU, CIEN AÑOS ABIERTO AL MUNDO

ALTURAS DE MACHUPICCHU
PABLO NERUDA
Musicalizado por Los Jaivas - Sube a nacer conmigo hermano:


I



Del aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un guante
que cae, nos entrega como una larga luna.

(Días de fulgor vivo en la intemperie
de los cuerpos: aceros convertidos
al silencio del ácido:
noches desdichadas hasta la última harina:
estambres agredidos de la patria nupcial.)

Alguien que me esperó entre los violines
encontró un mundo como una torre enterrada
hundiendo su espiral más abajo de todas
las hojas de color de ronco azufre:
más abajo, en el oro de la geología,
como una espada envuelta en meteoros,
hundí la mano turbulenta y dulce
en lo más genital de lo terrestre.

Puse la frente entre las olas profundas,
descendí como gota entre la paz sulfúrica,
y, como un ciego, regresé al jazmín
de la gastada primavera humana.

II

Si la flor a la flor entrega el alto germen
y la roca mantiene su flor diseminada
en su golpeado traje de diamante y arena,
el hombre arruga el pétalo de la luz que recoge
en los determinados manantiales marinos
y taladra el metal palpitante en sus manos.
Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa hundida,
como una barajada cantidad, queda el alma:
cuarzo y desvelo, lágrimas en el océano
como estanques de frío: pero aún
mátala y agonízala con papel y con odio,
sumérgela en la alfombra cotidiana, desgárrala
entre las vestiduras hostiles del alambre.

No: por los corredores, aire, mar o caminos,
quién guarda sin puñal (como las encarnadas
amapolas) su sangre? La cólera ha extenuado
la triste mercancía del vendedor de seres,
y, mientras en la altura del ciruelo, el rocío
desde mil años deja su carta transparente
sobre la misma rama que lo espera, oh corazón, oh frente triturada
entre las cavidades del otoño.
Cuántas veces en las calles del invierno de una ciudad o en
un autobús o un barco en el crepúsculo, o en la soledad
más espesa, la de la noche de fiesta, bajo el sonido
de sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano,
me quise detener a buscar la eterna veta insondable
que antes toqué en la piedra o en el relámpago que el beso desprendía.

(Lo que en el cereal como una historia amarilla
de pequeños pechos preñados va repitiendo un número
que sin cesar es ternura en las capas germinales,
y que, idéntica siempre, se desgrana en marfil
y lo que en el agua es patria transparente, campana
desde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)

No pude asir sino un racimo de rostros o de máscaras
precipitadas, como anillos de oro vacío,
como ropas dispersas hijas de un otoño rabioso
que hiciera temblar el miserable árbol de las razas asustadas.

No tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantial encadenado,
o firme como grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el frío de mi mano extendida.
Qué era el hombre? En qué parte de su conversación abierta
entre los almacenes de los silbidos, en cuál de sus movimientos metálicos
vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?





III

El ser como el maíz se desgranaba en el incansable
granero de los hechos perdidos, de los acontecimientos
miserables, del uno al siete, al ocho,
y no una muerte, sino muchas muertes llegaba a cada uno:
cada día una muerte pequeña, polvo, gusano, lámpara
que se apaga en el lodo del suburbio, una pequeña muerte de alas gruesas
entraba en cada hombre como una corta lanza
y era el hombre asediado del pan o del cuchillo,
el ganadero: el hijo de los puertos, o el capitán oscuro del arado,
o el roedor de las calles espesas:

todos desfallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria:
y su quebranto aciago de cada día era
como una copa negra que bebían temblando.





IV

La poderosa muerte me invitó muchas veces:
era como la sal invisible en las olas,
y lo que su invisible sabor diseminaba
era como mitades de hundimientos y altura
o vastas construcciones de viento y ventisquero.

Yo al férreo vine, a la angostura
del aire, a la mortaja de agricultura y piedra,
al estelar vacío de los pasos finales
y a la vertiginosa carretera espiral:
pero, ancho mar, oh muerte!, de ola en ola no vienes,
sino como un galope de claridad nocturna
o como los totales números de la noche.

Nunca llegaste a hurgar en el bolsillo, no era
posible tu visita sin vestimenta roja:
sin auroral alfombra de cercado silencio:
sin altos enterrados patrimonios de lágrimas.

No pude amar en cada ser un árbol
con su pequeño otoño a cuestas (la muerte de mil hojas)
todas las falsas muertes y las resurrecciones
sin tierra, sin abismo:
quise nadar en las más anchas vidas,
en las más sueltas desembocaduras,
y cuando poco a poco el hombre fue negándome
y fue cerrando paso y puerta para que no tocaran
mis manos manantiales su inexistencia herida,
entonces fui por calle y calle y río y río,
y ciudad y ciudad y cama y cama,
y atravesó el desierto mi máscara salobre,
y en las últimas casas humilladas, sin lámpara, sin fuego,
sin pan, sin piedra, sin silencio, solo,
rodé muriendo de mi propia muerte.





V

No eras tú, muerte grave, ave de plumas férreas,
la que el pobre heredero de las habitaciones
llevaba entre alimentos apresurados, bajo la piel vacía:
era algo, un pobre pétalo de cuerda exterminada:
un átomo del pecho que no vio al combate
o el áspero rocío que no cayó en la frente.
Era lo que no pudo renacer, un pedazo
de la pequeña muerte sin paz ni territorio:
un hueso, una campana que morían en él.
Yo levanté las vendas del yodo, hundí las manos
en los pobres dolores que mataban la muerte,
y no encontré en la herida sino una racha fría
que entraba por los vagos intersticios del alma.




VI

Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.

Madre de piedra, espuma de los cóndores.

Alto arrecife de la aurora humana.

Pala perdida en la primera arena.

Ésta fue la morada, éste es el sitio:
aquí los anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.

Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras, y en la aurora
pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.

Miro las vestiduras y las manos,
el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro
que miró con mis ojos las lámparas terrestres,
que aceitó con mis manos las desaparecidas
maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes,
se fue, cayó a la tierra.

Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.





VII

Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada,
la profunda, es así como al tamaño
de vuestra magnitud
vino la verdadera, la más abrasadora
muerte y desde las rocas taladradas,
desde los capiteles escarlata,
desde los acueductos escalares
os desplomasteis como en un otoño
en una sola muerte.
Hoy el aire vacío ya no llora,
ya no conoce vuestros pies de arcilla,
ya olvidó vuestros cántaros que filtraban el cielo
cuando lo derramaban los cuchillos del rayo,
y el árbol poderoso fue comido
por la niebla, y cortado por la racha.

Él sostuvo una mano que cayó de repente
desde la altura hasta el final del tiempo.
Ya no sois, manos de araña, débiles
hebras, tela enmarañada:
cuanto fuisteis cayó: costumbres, sílabas
raídas, máscaras de luz deslumbradora.

Pero una permanencia de piedra y de palabra:
la ciudad como un vaso se levantó en las manos
de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos
de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe
de pétalos de piedra: la rosa permanente, la morada:
este arrecife andino de colonias glaciales.

Cuando la mano de color de arcilla
se convirtió en arcilla, y cuando los pequeños párpados se cerraron
llenos de ásperos muros, poblados de castillos,
y cuando todo el hombre se enredó en su agujero,
quedó la exactitud enarbolada:
el alto sitio de la aurora humana:
la más alta vasija que contuvo el silencio:
una vida de piedra después de tantas vidas.





VIII

Sube conmigo, amor americano.
Besa conmigo las piedras secretas.
La plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.

Vuela el vacío de la enredadera,
la planta pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Ven, minúscula vida, entre las alas
de la tierra, mientras -cristal y frío, aire golpeado -
apartando esmeraldas combatidas,
oh agua salvaje, bajas de la nieve.

Amor, amor, hasta la noche abrupta,
desde el sonoro pedernal andino,
hacia la aurora de rodillas rojas,
contempla el hijo ciego de la nieve.

Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,
cuando rompes tus truenos lineales
en blanca espuma, como herida nieve,
cuando tu vendaval acantilado
canta y castiga despertando al cielo,
qué idioma traes a la oreja apenas
desarraigada de tu espuma andina?

Quién apresó el relámpago del frío
y lo dejó en la altura encadenado,
repartido en sus lágrimas glaciales,
sacudido en sus rápidas espadas,
golpeando sus estambres aguerridos,
conducido en su cama de guerrero,
sobresaltado en su final de roca?

Qué dicen tus destellos acosados?
Tu secreto relámpago rebelde
antes viajó poblado de palabras?
Quién va rompiendo sílabas heladas,
idiomas negros, estandartes de oro,
bocas profundas, gritos sometidos,
en tus delgadas aguas arteriales?

Quién va cortando párpados florales
que vienen a mirar desde la tierra?
Quién precipita los racimos muertos
que bajan en tus manos de cascada
a desgranar su noche desgranada
en el carbón de la geología?

Quién despeña la rama de los vínculos?
Quién otra vez sepulta los adioses?

Amor, amor, no toques la frontera,
ni adores la cabeza sumergida:
deja que el tiempo cumpla su estatura
en su salón de manantiales rotos,
y, entre el agua veloz y las murallas,
recoge el aire del desfiladero,
las paralelas láminas del viento,
el canal ciego de las cordilleras,
el áspero saludo del rocío,
y sube, flor a flor, por la espesura,
pisando la serpiente despeñada.

En la escarpada zona, piedra y bosque,
polvo de estrellas verdes, selva clara,
Mantur estalla como un lago vivo
o como un nuevo piso del silencio.

Ven a mi propio ser, al alba mía,
hasta las soledades coronadas.
El reino muerto vive todavía.

Y en el Reloj la sombra sanguinaria
del cóndor cruza como una nave negra.





IX

Aguila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.
Nave enterrada, manantial de piedra.
Caballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos.
Argolla de las nieves dominadas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna, estatua dc los truenos.
Cordillera esencial, techo marino.
Arquitectura de águilas perdidas.
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
Novia del mar, árbol de catedrales.
Ramo de sal, cerezo de alas negras.
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
Volcán de manos, catarata oscura.
Ola de plata, dirección del tiempo.


X

Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?
Aire en el aire, el hombre, dónde estuvo?
Tiempo en el tiempo, el hombre, dónde estuvo?
Fuiste también el pedacito roto
de hombre inconcluso, de águila vacía
que por las calles de hoy, que por las huellas,
que por las hojas del otoño muerto
va machacando el alma hasta la tumba?
La pobre mano, el pie, la pobre vida...
Los días de la luz deshilachada
en ti, como la lluvia
sobre las banderillas de la fiesta,
dieron pétalo a pétalo de su alimento oscuro
en la boca vacía?
Hambre, coral del hombre,
hambre, planta secreta, raíz de los leñadores,
hambre, subió tu raya de arrecife
hasta estas altas torres desprendidas?

Yo te interrogo, sal de los caminos,
muéstrame la cuchara, déjame, arquitectura,
roer con un palito los estambres de piedra,
subir todos los escalones del aire hasta el vacío,
rascar la entraña hasta tocar el hombre.

Macchu Picchu, pusiste
piedra en la piedra, y en la base, harapos?
Carbón sobre carbón, y en el fondo la lágrima?
Fuego en el oro, y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre?
Devuélveme el esclavo que enterraste!
Sacude de las tierras el pan duro
del miserable, muéstrame los vestidos
del siervo y su ventana.
Dime cómo durmió cuando vivía.
Dime si fue su sueño
ronco, entreabierto, como un hoyo negro
hecho por la fatiga sobre el muro.
El muro, el muro! Si sobre su sueño
gravitó cada piso de piedra, y si cayó bajo ella
como bajo una luna, con el sueño!
Antigua América, novia sumergida,
también tus dedos,
al salir de la selva hacia el alto vacío de los dioses,
bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,
mezclándose al trueno de los tambores y de las lanzas,
también, también tus dedos,
los que la rosa abstracta y la línea del frío, los
que el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaron
hasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades,
también, también, América enterrada, guardaste en lo más bajo
en el amargo intestino, como un águila, el hambre?


XI

A través del confuso esplendor,
a través de la noche de piedra, déjame hundir la mano
y deja que en mí palpite, como un ave mil años prisionera
el viejo corazón del ovidado!
Déjame olvidar hoy esta dicha, que es más ancha que el mar,
porque el hombre es más ancho que el mar y que sus islas,
y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo
con un ramo de aguas secretas y de verdades sumegidas.
Déjame olvidar, ancha piedra, la proporción poderosa,
la trascendente movida, las piedras del panal,
y de la escuadra déjame hoy resbalar
la mano sobre la hipotenusa de áspera sangre y silicio.
Cuando, como una herradura de élitros rojos, el cóndor furibundo
me golpea las sienes en el orden del vuelo
y el huracán de plumas carniceras barre el polvo sombrío
de las escalinatas diagonales, no veo la bestia veloz,
no veo el ciego ciclo de sus barras,
veo el antiguo ser, servidor, el dormido
en los campos, veo el cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil mujeres,
bajo la racha negra, negros de lluvia y noches,
con la piedra pesada de la estatua:
Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha,
Juan Comefrío, hijo de estrella verde,
Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa,
sube a nacer conmigo, hermano.


XII

Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

miércoles, 22 de junio de 2011

A TUS OJOS




Ojos dulces Miradas firmes
Ojos tiernos Abrazos vitales
Ojos pardos Ojos miel
Ojos cercanos Palabras justas
Ojos vivos Amor centinela
Ojos urgentes Orgasmo inminente
Ojos cerrados Silencio cómplice
Ojos tuyos Mis ojos





DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © de Rogger Alzamora Quijano

jueves, 16 de junio de 2011

I'VE SEEN THAT FACE BEFORE




Ya he visto ese rostro
Lo conozco
Cabellos viento lunar desconcierto
Ojos temibles boca sinuosa dientes mordisco
Ya he visto ese rostro
Quizás en los recreos escolares
O de cara al mar mientras moría mi madre
Ya he visto esa sonrisa enigma
A la luz de la nieve
En las madrugadas gordas de fracaso
En mis canciones que tiritaban redundantes
Ya he visto ese rostro antes de mi y después



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2012 de Rogger Alzamora Quijano

miércoles, 8 de junio de 2011

A TI



Cuando pronuncien tu nombre y digan de ti lo que no saben.
Cuando tiendan una sábana de dudas sobre tu abolengo,
tú los sorprenderás con la absolución de tu sonrisa y tu indulto cabal.
Me regalaré orgullo
y bajo el paraguas complicidad seré contigo lo que no pude ser sin ti.


DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2011 de Rogger Alzamora Quijano

sábado, 28 de mayo de 2011

A LA NOSTALGIA



La cama donde sucumbí con mi triunfo a cuestas,
donde me embriagué con tus sabores,
donde pulsé la oscuridad y tu ombligo,
donde llegué exhausto entre las sombras,
donde inventé la mirada que te seduce,
donde soñé que soñaba tus sueños,
donde te prometí lo que no iba a cumplir,
donde te amé sin medir ni esperar,
donde abrigué tu cuerpo cristalino,
donde me apoqué ante tu ofrenda,
donde me asaltó el miedo de un futuro sin ti,
donde lloramos sin saber por qué (o sabiéndolo),
 
donde un solo abrazo nos calentó las esperanzas,
donde el reloj se cansó de retornar,
ya no es mi cama.
 

De: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2010 de Rogger Alzamora Quijano

jueves, 26 de mayo de 2011

AL MIEDO


Aunque no quieras siempre lucirás

esa corona invisible que lleva toda mujer a la que un poeta amó.

Manuel Scorza - “Serenata”


Cuando resistas mis poemas,
cuando mis secantes se vuelvan tangentes,
cuando mi voz sea tu decepción,
cuando mi beso te ofrezca nada,
cuando olvidarme sea tu terapia,
habrás elegido la oportunidad.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2011 de Rogger Alzamora Quijano



sábado, 21 de mayo de 2011

A LA VIDA CONTIGO



Quiero vivir contigo como vine al mundo,
excomulgado y proscrito.
Sumergirme en tus ojos, bucear en tus entrañas.
Tirano, dominar tu lengua, apretar tu desgano.
 
Pelear con tus jaquecas,
dormir pegado a tu espalda,
servirte a la cama jugo y tostadas.
Buscarte bajo las sábanas,
quemarme las manos.
 
Quiero vivir contigo.
 


DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2011 de Rogger Alzamora Quijano

lunes, 16 de mayo de 2011

DÍA SIETE



¿A qué conciertos falté?
¿A qué marchas no acudí?
¿Qué mañanas me parecieron noches?
¿Qué noches no existí?
¿En qué mares no me mojé los pies?
¿Qué libros no escribí?
¿Qué sueños fueron realidad?
¿En qué cines me dormí?
¿Qué saxos fueron tambores
sin ti?


DE: versos conversos Derechos Reservados © Rogger Alzamora Quijano

viernes, 6 de mayo de 2011

A MI MADRE



“¡Ay mamá,
si tú me vieras!


Nicomedes Santa Cruz - ¡Ay mamá!

 
 
Madre es hora que me veas.
Hora en que llego a tu puerta.
Madre recíbeme. Soy nadie.
Nada, ninguno, como tú temías.
Pero ansío tu bienvenida
con la luz encendida,
la mesa servida y el afán.
 
Te llevo rubor envuelto en triunfos,
 
frivolidad por caricias, almidón por ternura.
Ya no alcanzarás mi brazo
y tu voz se quebrará en un perdón sin castigo.
 
Madre, es hora.
Traigo mis restos. Lo que queda de mí.
Será motivo de llanto mi llegada.
La flor de tus labios temblará ante mi nombre
y tu tacto mariposa colmará de atenuantes mis ausencias.
Madre, voy a aprender otra vez tus teoremas.
A entibiar mis manos en los rescoldos de la cocina.
No laves mis ropas, no tiendas mi cama,
déjame sentir en tus manos los rastros de tu espera.
Soslayaré el dolor de mis tiempos de exilio,
mis agonías en silencio, mis ingratitudes, mis excusas.
Madre, no te detengas en mis defectos
y otórgame tu gracia,
tu voz, tu luz, tu lozanía.
 

DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2007 de Rogger Alzamora Quijano

domingo, 24 de abril de 2011

DÍA VEINTICINCO



Sueño que has juntado nuestras imposibles paralelas,
nuestro pasado de odios y resquemores, de alcurnia y plebe.
Sueño que una filuda luz cae en mi escritorio,
alumbra el enigma, corta el resuello y trae tu voz.
Sueño tu contrición sobre mi hombro.
Sueño que pesa
y sueño que puedo.
 



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © de 2011 Rogger Alzamora Quijano

sábado, 23 de abril de 2011

JUAN DOLIO Y EL VERDE ABSOLUTO

Escribe: Rogger Alzamora Quijano


Todo lugar posee su propio encanto. Sólo hay que detenerse un momento.


Hice los siete pisos en ascensor, dejando para otro día mi costumbre de trepar escaleras. Había sido un día larguísimo y con tormenta hasta el filo de la noche. Inserté la tarjeta y entré en el apartamento. Me despojé de mis zapatos, accioné el control remoto para levantar la persiana anti-huracanes y me quedé mirando el paisaje nocturno del Mar Caribe. Sin duda estaba en un lugar privilegiado. Me dirigí al refrigerador, saqué helados y galletas saladas y me fui a sentar en la terraza. El cielo había quedado limpio. Abajo, en una de las piscinas del Condominio Marbella todavía jugaban algunas personas. Una hora después y muerto de sueño, me metí en la cama. Casi las nueve. Puse el televisor en apagado automático y cerré los ojos.
Apenas había logrado atrapar el sueño, cuando una creciente batahola me despertó. Al parecer se trataba de una celebración en el apartamento contiguo, con la participación de una banda de bachata.
¡Lo que me había costado arrastrarme hasta la cama! Era mi última noche en aquél paraíso, después de un paseo fantástico por la Ciudad Vieja de Santo Domingo, un provechoso almuerzo con los amigos y una digestiva caminata por el Metro Golf Country Club. Ahora estaba otra vez despierto, sin atisbos de recuperar mi sueño, dando vueltas hasta perder la paciencia y sin siquiera poder mirar la televisión, pues la música lo inundaba todo.

Media hora después mis divagaciones me llevaron hasta la terraza. La vista era espectacular, aun con la poca luz que regalaba aquella luna menguante. Desde el séptimo piso del edificio donde yo estaba, mi terraza parecía flotar sobre las aguas del Mar Caribe. Me quedé mirando la inmensidad de preciosos arrecifes y minúsculas olas. Juan Dolio es el paraíso. Ni tan bullicioso como Boca Chica, ni tan comercial y turística como Punta Cana. En Juan Dolio se respira deleite y su gente es sumamente amable, simpática y generosa.
De pronto la música cesó. Miré el reloj: medianoche. Pronto se escuchó la despedida de músicos y asistentes. Recordé lo que dijo al respecto Monsieur Laurent -dueño del apartamento- cuando me entregó las llaves: "En Condominio Marbella las únicas reglas son la honestidad y el respeto".

Iba a regresar al dormitorio cuando vino a mi mente un pequeño relato de Hemingway en un librito azul, del cual no recuerdo el nombre (de hecho tenía que ver con su vida y experiencias, la Revista Sur y Victoria Ocampo), allá por los ochentas -libro que perdí o me robaron-. Allí, el escritor norteamericano narraba un increíble amanecer en una playa cubana. Encendí la lámpara. No estaba yo en Cuba pero sí en el Caribe y era mi última noche. Si buscaba algo especial de este viaje tendría que suceder aquella madrugada. Ya no quedaba mucho tiempo. Al día siguiente tendría que retornar a Lima.
Una vez más acudí a mi fiel "Llano en llamas" de Rulfo y, abrigado para la madrugada, me senté a leer y esperar. Poco después sentí que los niños y sus familias abandonaban la piscina envueltos en toallas multicolores. La una menos diez.
Al filo de las cuatro decidí concentrarme en el horizonte. Dejé de leer. Por un momento pensé bajar hasta la playa, pero preferí quedarme donde estaba. Desde aquella altura se dominaba mejor el horizonte. Además estaba seguro y cómodo en la penumbra, con la suave música del rumor del mar. La madrugada mágica ya estaba sucediendo, pero aún había más para mí.

No sé cuánto tiempo después -y de pronto- la moribunda oscuridad del cielo se encendió sobre el mar, dando paso a un fulgor brevísimo, de un verde ¡increíble! ¡inenarrable!¡un verde absoluto! que latió sobre la línea del horizonte y se difuminó conforme la tierna claridad comenzó a inundarlo todo. Aquél fulgor desapareció en el celeste del cielo, pero se quedó para siempre en mis pupilas, en mi espíritu.

Breve pero magnífico, el verde absoluto me dejó hipnotizado y preso de aquél lugar único, incomparable. Y estoy seguro que Ernest Hemingway sintió lo mismo no muy lejos de allí, en el Caribe cubano.


De: CUADERNO DEAMBULANTE Derechos Reservados Copyright 2017 © Rogger Alzamora Quijano


sábado, 9 de abril de 2011

DÍA NUEVE


de pronto me hallé sin ti
viviendo tranquilo y sin resquemores
mirándote desde las Vanidades de las salas de espera
con tus ojos devastados por enormes y apócrifas pestañas
 
qué bien y cuán lejos estoy con mi quebradiza certeza
seguro y fuera de la soberbia que por sombra te acompaña
he vencido finalmente tu tiranía
pagué por volver a mi alma cautiva
crucé sin miedo tu arrogancia
tu vida plana y sibarita
ataviado con mi discreto atuendo
cobijo para el dolor del alma

al cabo mi madre amainó con su manos mi fiebre
y me ofreció la bendición de un té caliente
 
 
DE: versos conversos Derechos Reservados © 2010 Rogger Alzamora Quijano

lunes, 4 de abril de 2011

DÍA DOS



¿A qué volviste?
¿A remover las aguas, liberar mi enojo,
dibujar un ignoto paisaje trazado a tu antojo?
Sol de la noche, sordo y silencioso caracol,
me escondo. No pienso tu regreso, no olvido tu olvido,
no reclamo tu recuerdo.
Eres pero no existes. Dueles pero no lastimas.
Resisto tu carisma de humo abuso.
Ya no soy tu trasto, ya no puedes conmigo.
Gesto anodino, mueca baldía.
Ya no soy quien tapizaba flores en tu camino.
Soy el insurrecto el intransigente el soberbio.
 

De: versos conversos Derechos Reservados © 2010 Rogger Alzamora Quijano

viernes, 25 de marzo de 2011

LO PERDIDO


Al extinto Río Santiago
 
 
Del torrente de peces queda un hilo triste y mudo.
Llanto rebelde de las cumbres
que tosiendo carga su espuma sanguinolenta.
De los trigos del invierno queda la estepa pesadilla
sin aves ni cantos, sin libertad ni encanto.
Sin la secular majestad de sus paisajes maravilla.
Bueyes espectros, lenguas resecas ojos muertos,
huyen del magro surco que saben desierto.
Del torrente queda el recuerdo de los domingos placenteros,
de sus bunles bañaderos donde honrábamos desafíos.
Sin río vemos cobre horror sed y zozobra.
Sin bramido ruge la ruina.
 
 

De: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2010 de Rogger Alzamora Quijano

lunes, 21 de marzo de 2011

DÍA OCHO



Chica de colegio bien,
que me descubriste entre los acólitos del oficio del domingo.
Fan de tus labios perfectos, devoto de tu cabello destellante,
fui advertido, y sin embargo me proveí pletórico
para que te regocijaras de tu capricho.
 
Bella.
Bella, como yo necio.
Falsa, encantadora y amoral.
Me dejaste como un James Dean sin causa,
sin pose ni cigarro.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2006 de Rogger Alzamora Quijano

domingo, 27 de febrero de 2011

EL ABRAZO



Escribe: Rogger Alzamora Quijano

El abrazo es la mayor muestra de cercanía entre dos. Es la forma más sutil de comunión con las sensaciones del otro. De capturar su calor, su estado anímico, su necesidad.
Un abrazo sincero es la muestra más exquisita de ofrecer o recibir amistad.
Es la mejor manera de decir: que te vaya bien, regresa pronto; te necesito; te amo. O, no estás solo.
Un abrazo prueba que existimos.

Cuando te despidas de un amigo dale siempre un abrazo.
Su presencia quedará en ti y tu calor en él,
como si ambos se colocaran un invisible abrigo sobre sus espaldas.
Cuando te despidas de un amigo dale siempre un abrazo.
Quizá no se vuelvan a ver.



Derechos Reservados Copyright © 2003 de Rogger Alzamora Quijano

viernes, 25 de febrero de 2011

DÍA DIECIOCHO



Se quebrará mi voz cuando se apague

Chabuca Granda - Cardo o ceniza

 
 
Cómo será tu cuerpo sobre el mío,
cómo lloverá tu pelo en mi cara,
cómo se clavarán las espinas de tus dudas,
me pregunto.
 
Cómo será tu talle entre mis brazos,
cómo tu miel y tu lengua desbocada.
Si no serán hastíos tus urgencias,
me pregunto.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2007 de Rogger Alzamora Quijano

miércoles, 9 de febrero de 2011

A LA NAVIDAD



Es la nochebuena un sueño impar.
Verdes, rojos, oscuridad.
Regalos, bolas de escarcha, fiasco.
Deleite, champaña, sed.
 
Renos de ojos muertos alumbran
concretamente la abundancia.
 
Nochebuena. Buena noche.
La navidad con botas
y tú sin zapatos.



DE: versos conversos Derechos Reservados © 2009 Rogger Alzamora Quijano

domingo, 23 de enero de 2011

BUKOWSKI NO ES BEAT



Escribe: Rogger Alzamora Quijano

Bukowski, es el rudo intérprete de una ciudad oculta, jabonosa, dislocada.

Bukowski es el mensajero de los excluidos. Transita con el mismo aplomo sobre la decepción y la desilusión. Opta por la desidia y el desparpajo, antes de someterse a la dictadura del statu quo.

Es de los pocos que escribe con la misma fruición desde la soledad como desde alcohol. Decidió con similar valentía por una desolada casa de huéspedes como por una literatura escapista aunque ello significara vivir todo un día comiendo una barra de cacahuate, no tanto como un acto de valentía, sino mejor aún: de confrontación y rebeldía.
Bukowski puso en práctica el consejo de Rimbaud: su vida fue un largo, inmenso y racional desarreglo de todos los sentidos.

El lado oscuro del poeta misógino y nihilista, fue desenfrenado y no ocultó hasta desmenuzarlo con suma honestidad, consciente de que serviría para sustentar su rebeldía. Como su gato Minx, mantuvo su dignidad y aunque se quejaba, nunca se preocupó. Sus textos reflejan su misantropía. Su repudio por la raza humana, hacia la sociedad repleta de convencionalismos.
Bukowski se lamenta, pero la enfrenta. Su obra desnuda su atormentada personalidad. Pero también es la dulce venganza, la bofetada letal al cártel de los hipócritas académicos, las editoriales y los intelectuales.

Charles Bukowski demuestra que se puede vivir peleando contra la propia sombra. Que la rebeldía es un alimento insustituible. Que noche no significa necesariamente obscuridad. Que se escribe para sentirse vivo, no para buscar vivir de escribir. Bukowski no es beat.


Todo

Los muertos no necesitan
aspirina o
tristeza
supongo.
pero quizás necesitan
lluvia.
zapatos no
pero un lugar donde
caminar.
cigarrillos no,
nos dicen,
pero un lugar donde
arder.
O nos dicen:
Espacio y un lugar para
volar,
da
igual.
los muertos no me
necesitan.
ni los
vivos.
pero quizás los muertos se necesitan
unos a
otros.
En realidad, quizás necesitan
todo lo que nosotros
necesitamos
y
necesitamos tanto
Si solo supiéramos
que
es.
probablemente
es
todo
y probablemente
todos nosotros moriremos
tratando de
conseguirlo
o moriremos
porque no
lo
conseguimos.
Espero que
cuando yo este muerto
comprendáis
que conseguí
tanto
como
pude.
De: The Roominghouse Madrigals: Early Selected Poems (1946-1966).




VIDA DE UN VAGABUNDO


El cigarrillo de Harry seguía encendido. Dio otra calada. Brotó una bocanada de humo azul. Le gustaba aquella bocanada de humo azul.
Caminaba bajo el calor del sol pensando: “Voy andando y fumando un cigarrillo.”
Harry caminó hasta llegar al parque que había frente a la biblioteca. Seguía chupando el cigarrillo. Entonces la colilla le quemó los dedos y la tiró a regañadientes. Entró en el parque y anduvo hasta encontrar un sitio entre una estatua y unos arbustos. Era una estatua de Beethoven. Y Beethoven estaba andando, con la cabeza gacha, las manos entrelazadas a la espalda, obviamente pensando en algo.
Harry se agachó y se tumbó sobre la hierba. La hierba recién cortada picaba bastante. Estaba puntiaguda, afilada, pero tenía un aroma agradable y limpio. El aroma de la paz.
Insectos diminutos comenzaron a pulular alrededor de su cara en círculos irregulares, cruzándose unos con otros pero sin chocar jamás.
Apenas eran unas partículas, pero eran unas partículas a la búsqueda de algo.
Harry levantó la mirada, a través de las partículas, hacia el cielo. El cielo estaba azul y endemoniadamente alto. Harry siguió mirando hacia arriba, al cielo, intentando sacar algo en claro. Pero Harry no sacó nada en claro. Ninguna sensación de eternidad, ni de Dios, ni siquiera del diablo. Pero uno tiene que encontrar primero a Dios para encontrar al diablo. Van en ese orden.
A Harry no le gustaban los pensamientos profundos. Los pensamientos profundos podían conducir a errores profundos.
Después pensó un poco en el suicidio. Tranquilamente. Como la mayoría de los hombres piensa en comprarse un par de zapatos nuevos. El problema principal del suicidio es la idea de que podría ser el comienzo de algo peor. Lo que él realmente necesitaba era una botella de cerveza helada, con la etiqueta un poco mojada y esas gotas frías tan hermosas sobre la superficie del vaso.

Fragmento de: Vida de un vagabundo, incluido en la antología: Peleando a la contra

domingo, 16 de enero de 2011

DIA CUATRO



Que este miércoles de delicias
perdure abundante sobre todo lo demás.
Magna compañía, envolvente el buen pisco,
celeste misterio, largo el mapa de las estrellas.
Con ella, siempre audaz y perniciosa.
 


De: versos conversos Derechos Reservados ©2010 Rogger Alzamora Quijan