domingo, 18 de septiembre de 2011

DÍA VEINTINUEVE


Tú y yo atravesamos montañas azules e ignotas.
Nos sentamos a la sombra de árboles eternos.
Corrimos con los siete perros tras el ganado.
Lloramos ante los huesos de los abuelos.
Tú y yo nos sentamos al sol, mirando
las lagartijas brincar de piedra en piedra.
Nos olvidamos del hambre y el abrigo.
Del temible futuro que nos separa.
Tú y yo inventamos el teorema de la esperanza.



DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2007 de Rogger Alzamora Quijano

3 comentarios:

  1. Es mágico tu escrito y me hace recordar en que todo es posible cuando se ama.
    Y no olvides que también hay que aprender hablar el lenguaje del alma para completar todo el círculo del amor.

    ResponderEliminar
  2. Muy bello poema, ciertamente cuando se està en la espera de la persona amada, preparamos la bienvenida de manera que a su llegada, se sienta reconfortada, y sienta amor y cariño.
    Muchas gracias por comentar en mi blog.
    Te seguirè leyendo.
    Saludos.
    Claudia Alhelì Castillo

    ResponderEliminar
  3. Sugiere un amor absolutamente bien vivido, encantado por la magia que entre dos se ha experiementado...y la ausencia de uno de los amados roza con dolor.
    La ansiedad rebalsa en el corazón del -fisicamente- abandonado, mientras que su alma esta inundada de los sueños ilusorios de amor real.
    Me encanto su peoma. Es maravilloso leerle e internarse en un mundo ilusorio, legitimo para todos...los que aman y tampoco no.

    ResponderEliminar