¿A qué volviste?
¿A remover las aguas, liberar mi enojo,
dibujar un ignoto paisaje trazado a tu antojo?
Sol de la noche, sordo y silencioso caracol,
me escondo. No pienso tu regreso, no olvido tu olvido,
no reclamo tu recuerdo.
Eres pero no existes. Dueles pero no lastimas.
Resisto tu carisma de humo abuso.
Ya no soy tu trasto, ya no puedes conmigo.
Gesto anodino, mueca baldía.
Ya no soy quien tapizaba flores en tu camino.
Soy el insurrecto el intransigente el soberbio.
De: versos conversos Derechos Reservados © 2010 Rogger Alzamora Quijano
El regresar tambien puede permitir otra oportunidad y siempre tiene que ser diferente hasta los sentimientos mas profundos pueden ser mas fuertes e invencibles.
ResponderEliminarMe gusta tu DÍA DOS, creo que más que rebeldía expresa contrariedad ante algo que se suponía era un asunto saldado. Dicen que: el dolor es inevitable, pero sufrir es opcional...Y en tus letras se manifiesta lo que siempre ha existido, aunado a la necesidad.
ResponderEliminar¿A que has regresado tú? Para que exista el regreso se necesita de dos el que a vuelto y el que ya esta, si tú sigues ahí ¿Ques es lo que pretendes?
ResponderEliminarSuele ocurrir que los lectores se identifican plenamente con alguno de los personajes. Ese es uno de los fines supremos de la literatura.
ResponderEliminarSería magnífico que los autores pudieran cuestionar permanentemente a sus personajes con los reclamos de sus lectores, pero cada uno de ellos tiene ya una vida propia.
El libro TREINTA DÍAS fue escrito entre el 2004 y 2006.
Gracias por leerme (también) de modo visceral y comprometido.