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viernes, 29 de agosto de 2008

TARDE...



Escribe: Rogger Alzamora Quijano

No sé por qué hay tardes como esta, que no encandilan, que no seducen, que no sirven para nada. Quiero escuchar música y no sé cuál. Quiero sentarme y escribir, pero no logro alzar vuelo.

Son las tres de la tarde y he pensado irme a mi cama como si ya fuese de noche. Hacer cuenta de que ya cené, calzarme las pantuflas y cepillarme los dientes. Click al televisor y ver alguna cosa donde no falte sangre, sexo, ni traición. Pero ni eso. Mis perros me miran y reclaman su paseo diario. Ya regresé de hacer una consultoría y no me fue bien tampoco en eso. Fue muy fácil. Me dejó un vacío en la boca. Quería darle más intensidad, pero nada más había por hacer.

Vivir solo no es malo, ya conocí la soledad. Hoy parece ser lo peor. Me siento con la urgencia de salir de acá. Ni el Rulfo que siempre me entretiene da hoy luces a mi vida. Veo mis cuadros. Tal vez empezar otro, pero ¿qué pintaría?

Ella se fue.
Y no volverá.

Me dijo que me adora, pero no me aguanta. Que soy lo que toda mujer quisiera tener, pero que es imposible vivir conmigo. Yo lo sé mejor que nadie.

Recogió sus cosas. Me pidió que la ayudara, y lo hice. Sabía que lloraba y lloré también. No quise retenerla, porque no. Sentí que debía dejarla ir. Se llevó la suave tempestad de su Chanel No. 5, el desorden que trajo como su sello propio. Se llevó los secretos que aplicaba en sus comidas. Se llevó sus ojos. Le hice adiós con ambas manos, para esconder mis temblores. Le di un beso directo al cuello y ella se sonrojó como si lo supiera.

No era justo hacerla quedar, sólo para disimular que sólo yo puedo vivir conmigo.


DE: EL JUEGO DE LA VIDA Derechos Reservados Copyright © 2005 Rogger Alzamora Quijano

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