lunes, 8 de junio de 2015
PLATÓNICO
Nada conozco de ti. Apenas el lunar de tu hombro
y un resquicio de tus dientes aparcados sobre una rosa mueca.
Discretamente te miro y vuelvo a mirarte con azoro y culpa.
Discretamente soporto tu soterrada provocación.
Confabulamos para no dejar rastros, para no provocar sospechas.
Para subrepticiamente convidarnos.
Condenados a vernos una vez por año,
entre abril y mayo, con sendas copas de vino
entre bullicio y sospecha.
Exprimes los segundos para decirme sutilezas, para dejar señuelos.
Para resumir en un minuto tu acopio de doce meses.
Me trago las ganas de tus labios, de tu lengua vibrante,
de tu mirada infame.
Vuelo tras tu dedo glamoroso y solemne
mientras te atascas entre preguntas y coartadas.
No eres experta pero te sobra arrojo.
Tierna, roja y perniciosa, fruta desafiante y sabrosa,
espero que dudes y te ruborices, que tu lengua tropiece,
tus ojos se rindan, te frotes las manos, rebusques las palabras
y encuentres la frase definitiva que marcará tu territorio
hasta el próximo abril en fiesta ajena.
Tras un cárdeno sorbo de valor
me cuentas de un amor estrujado por el decoro.
Brindamos otro tinto deleite,
copa en mano enrojecemos con él,
las miradas esquivas, las sonrisas torpes, corazones a mil.
Sabemos que esto no llega a ser. Que solo existe.
Un amor sin edad, sin causa.
Sin plazos ni urgencia,
sin futuro, sin besos,
sin fidelidad, sin compromiso,
sin pertenencia,
sin promesas ni planes,
sin sexo sin hijos sin cama ni mesa.
Sin nombre,
sin flores ni regalos,
sin fechas ni celebraciones,
sin amigos, sin citas.
Sin celos ni abandonos.
Sin reconciliaciones.
Un amor carente,
que no entiende ni necesita.
Un amor pacífico, empírico, subjetivo.
Un amor tangencial, incoherente, plácido.
Te irás. Dejas tu copa en mi mano.
No más preguntas.
No más Quasimodo ni Pavese.
Solo un último sorbo de amor platónico.
DE: versos conversos Derechos reservados Copyright © 2015 de Rogger Alzamora Quijano
Visto de ese modo todos deberíamos tener un amor platónico. Yo no lo tuve pero puedo. Me gustan tus versos, enamoran. Es decir, puedo leer tus versos y enamorarme platónicamente.
ResponderEliminarAmar es un sentimiento caro. Lo que planteas es irreal, aunque ciertamente hermoso. Debe ser por eso que el ideal prima sobre la realidad. El amor es exigencia, egoísmo, abstracción, amargura, carencia, inconformismo. Tu poema desdice todo eso para situarlo en el edén, donde todo se concede y se acepta. No he visto esa forma de amor en todos mis años vividos. Y no son pocos. Pero qué forma de plantearlo tenés que lo anhelo, lo entiendo, lo reclamo. Tu estilo, en las frases cortas o breves es siempre exacto. No haré un análisis profundo en esta nota. Sólo decirte gracias, por recordarme que que el amor es distinto (o debería serlo) a todo lo que cotidianamente veo. Un saludo desde Uruguay.
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ResponderEliminarMi amor platónico: ¡hace tantos años que no le dirijo ni media palabra! pero siempre está presente. Amor tácito, incoherente y plácido...
ResponderEliminarMe has dado el secreto para la eterna felicidad en el amor. Graciass! Nunca había pensado en esto! Tu poema es hermoso, hermoso. Gracias por decir cosas tan bellas.
ResponderEliminarY cuando me veas no lo sabrás. Llevaré gafas de sol, pantalones y blusa blancos. Todo natural, en el medio de la nada, en medio de la calle. Te diré que te amo y no me creerás. Soy apenas una moza que no ha aprendido a callar. Tú, un poeta ducho en el arte de conquistar, no te dejarás convencer por mi voz. Un amor que no entiende ni necesita.
ResponderEliminarVolver a leer con un café caliente.
De Murcia, Muriel.
Amor platónico, el único verdadero y puro. Tú el mío ¿Yo el tuyo?
ResponderEliminarHermoso, tus versos lo pintan tal cual. No había leído tales conceptos pero sí, el amor platónico está al margen de las vainas que la corrompen. Un abrazo paisa.
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