domingo, 1 de febrero de 2009
DÍA TRECE
No espero diosa de blanca sombra verde mirada y caro desdén,
no añoro tu piel muñeca porcelana.
Por fin soy libre hoy que te vi, del sueño que me poseía,
de mi servil entrega que vendí por tus mieles fantasía.
No importa la tormenta, me digo,
y aunque lo supe a destiempo
fui rescatando piel, libros, arena, brisa y prisa,
transpiración, calma, pan y plan, música y paz,
y matando limpiamente tus olores profanos.
Todavía debo arrepentirme con culpas reincidentes
al haber optado por tus carnes, sabrosa diosa herrumbre
bisutería, visón pacotilla.
Comienzo cortando la mentira, ojos verde-mezquino.
No importa la tormenta sino quedar vivo.
DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2007 Rogger Alzamora Quijano
Me dejaste inquieta con una curiosidad ardiente: por que "siete"?
ResponderEliminarDifícil pregunta para quien sólo trata de escribir poesía.
ResponderEliminarLindo poema, se nota la nostalgia y pena del tiempo pedido, que ya no se puede recuperar, y no importa el númro que le pongas, te salió lindo y muy sentido.
ResponderEliminarAsuntos pendientes. Asuntos inconclusos. ¿Quién no los tiene? Culpas que despiertan en medio de la madrugada, sobresaltando al alma que se encuentra sumergida en el sopor del sueño... o quizá no estuvo dormida, siempre estuvo consciente.
ResponderEliminarTan bueno como paladear un tinto.
Hay una tibia relación entre el sueño y la culpa; sin embargo, por más que parezca pesadilla, el sueño cobija mejor aquella carga insufrible.
ResponderEliminarLa nostalgia del tiempo perdido... que ya no se puede recuperar. Pues sí, eso también se llama culpa: una culpa que día a día aplasta más.
El tiempo jamás se puede recuperar, y yo no lo consideraría del todo perdido, es una inversión, que a veces sale bien y otras no tanto.
ResponderEliminarCreo que el tiempo es el tesoro más valioso con el que contamos... y la culpa nos ronda, muy frecuentemente con dolor y todo, nos toca recoger lo poco o lo mucho que resta de nuestro ser, recomponer las vestiduras...Continuar, cualquiera que sea el camino. Ya que fue nuestra decisión, lo que hicimos en nuestros tiempos.
La culpa, ni aún en sueños nos deja tranquilos, las pesadillas se presentan incluso con los ojos abiertos, creáme: me consta.
Reitero: su poema, es tan bueno como paladear un tinto.