miércoles, 19 de febrero de 2020

PICTURA



(Foto: Acuarela de Rogger Alzamora Quijano)




INICIO

Antes de llegar a la esquina de Victoria con Maravillas
toma un pedazo de ánimo
y busca los hombros de los imanes.

Podrás ver sobre ellos el plomizo resplandor
en el cuaderno de tu designio.

Camina hacia la plaza, que todavía se mece
sobre los ecos de la madrugada.

En la primera hoja traza un gris y dos celestes,
bajo el mitema.

Junto al árbol deja tu alma,
cuando la primera luz la esté desvelando.

Bebe su delicia.
Siente el cálido tránsito en tu helada garganta.

Tómate tu tiempo.
Luego, cierra la página y abre la siguiente.



UNO (AUSTRAL)

Desde el centro de la plaza, mira hacia arriba.

Las casas se desperezan con festivas columnas de humo
que pregonan el desayuno.

Los techos entumecidos se adhieren a la luz.

En ese momento,
coloca cuidadosamente sobre la escuela,
dos trazos verde esperanza. Tenues,
que conjuguen con el amarillo indio
de las empinadas calles.

Que no hieran los ideales ni el apacible despertar.

Luego, en improvisado rito,
exhala, cierra los ojos y siente el aroma a tierra,
a cebada tostada, a cedrón.

Marca la página con una flor.



DOS (PONIENTE)

A la derecha,
brama el sordo motor del autobús.

Para los audaces se recomienda
un azul metálico, poco y grueso óleo sin trementina.

Bordes promesa
y trinitarias amarillas en fondo púrpura.

Así suele describirse el adiós transitorio
previo al oeste ilusión.

Más tarde, cuando el destino haya cuajado,
se abrirán los demás tonos y aromas
en un mismo jardín.


TRES (ORIENTE)

Vuelve la mirada,

y después de la vieja iglesia,
busca en la cumbre los negros y vigilantes ojos.

No niegues tu propio asombro ante la magnitud.

Por siglos, quienes han pasado por aquí, han sentido lo mismo.

Mudez, turbación y dicha concurren invariablemente,
frente a este trozo de gloria.

Se recomienda cautela.

Hasta el mínimo trazo de blanco titanio,
con toda su delicadeza,
podría romper la fascinación.



CUATRO (BOREAL)

Brama el río.

Asómate a los balaustres de la plaza.

La otra banda,
la carretera, las vacas, las chacras,
el nostálgico puente bajo el molino.

Esta abstracción exige matices madera, bronce, esmeralda
y ultramar.

Importante: usa espátula y decisión.

No cierres los ojos. Mastica y deglute poco a poco.
Que tu hambre de asombro se sacie con gratitud.

Después de que aire y sol te hayan inundado,
toma el vértice de la hoja,

siéntate en la glorieta,
a recuperar aliento y pulso,
sensación y memoria.



FINAL

En la última página escribe Aija.

Traza un línea divisoria.

Ambos platos deberán pesar igual.

Donde haga falta ponle un poco de sol,
de azul, o de ocaso en tiempo de estío.

No censures ninguna letra,
no suprimas ningún momento,
no transgredas ningún color.

El azafrán de sus crepúsculos,
los gualdos portentosos de sus cereales,

el violeta singular de sus campos,
el almíbar de sus tiernos vientos,

sus cumbres bizarras y soberanas,
la afable neblina de sus marzos...

Todo es irremplazable.

Después, créelo, ya puedes continuar.




Derechos Reservados Copyright © 2020 de Rogger Alzamora Quijano

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