domingo, 9 de diciembre de 2018
TE HUELO A NIÑA
Debes estar durmiendo. Alguna tristona melodía de Marcello sonará en tu cama de plaza y media, desde un opaco oboe. Está moribunda tu celebración. Mañana hay que trabajar. Te veo desde mi escritorio. Algo quedará de tu pelo enrulado ante el que sonreías, en la única foto que guardo. Y definitivamente el fondo temible de tus ojos.
¿Caiste exhausta de tanto amor, de tanta gente y de tanta hipocresía? Sonreías sin saber muy bien por qué. Total, te da miedo alejarte de la vida que vives, muy lejos de la que hubieras querido para ti. Te sirvieron tu comida favorita, como si con eso te llenaran el alma. Te engatusaron con elogios y con tanto buen presagio. Ya eres una mujer, aunque todavía huelas a niña.
Tienes miedo cuando ocultas lo que en verdad miras. Tienes miedo de ti, más que de él. Este cumpleaños no te libra de la mentira. Porque te sonrojas cuando lees a hurtadillas el poema que crees que escribí para ti. Le buscas mil ángulos, crees estar descubriendo tácitos señuelos, que quizá no lo son. Crees ver mucho más de lo que ves. Y presientes lo que nunca estuvo detrás.
No hay nosotros. No sabes si estoy. No sabes si soy o fui. Si te pienso. Si existes. No sabes ni sabrás si escribí para ti.
Toma tu almohada y trata de dormir, cerca de aquella barba, como quien se guarece bajo un hueco paraguas. Estira tus piernas cerca de él. Enróscate como una lombriz antes de soñar, y no te conmuevas ante los largos trancos de los chelos y el clavicordio. Quédate con el frívolo "feliz cumpleaños", para no sumergirte en el segundo movimiento del viejo adagio.
Es medianoche y calla el presto. Debes cargar otro año más a tu cuenta de veintitantos, mientras yo pierdo el duelo con mi computador.
Derechos Reservados © 2018 de Rogger Alzamora Quijano
El dilema mata. Nada se puede hacer frente a los versos, que van y vienen de un destinatario a otro. Cuando nos caen como un guante hay que tomarlos sin importar nada.
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