No hay por qué odiarte.
Y menos yo, que he buscado soslayarte a costa de mi propio cuello.
Y cuando tratas de comprarme, sumiso me regalo a tu boca primavera.
No me importa recoger migajas, rendido o asalariado pero tuyo.
Y si en otra vida tengo el mismo destino he de rendirme otra vez,
así seas peor de lo que eres
y yo pueda ser peor de lo que soy.
DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2011 de Rogger Alzamora Quijano
Ser esa adicta mercancía en los mercadillos del amor, no valer nada, pero estar en venta. Apasionante sensación. Salud-os
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