I've looked at life from both sides now,
from win and lose, and still somehow.
It's life's illusions I recall,
I really don't know life at all.
Both Sides Now - Joni Mitchell
Escribe: Rogger Alzamora Quijano
Aquella tarde la había dedicado otra vez a buscar apartamentos. Fue desde el principio un día difícil, con altibajos muy extraños.
Encontré un lugar bonito, pequeño y aseado con desdén -sólo para que los potenciales inquilinos no tuviéramos una mala impresión-. Me gustaron las ventanas: por una entraba el sol y por la otra se iba. Me gustó también ese toque íntimo que logré advertir. Abrí los cajones del clóset del dormitorio y en uno de ellos, el más cercano al suelo, pude ver al fondo un papel. Cuidadosamente lo extraje, pensando que tal vez se tratara de la copia de un contrato anterior. Lo abrí y leí:
Luz de mi alma:
Triste por el adiós reciente y carnívoro que me devora a dentelladas, te escribo para alejarme definitivamente de tu vida… y de la mía.
Siempre he tratado de mantenerme al menos un paso delante de las circunstancias. Trataré entonces de leer las páginas que todavía no se han escrito. Me arriesgaré a ser el primero en llegar a las playas del olvido… o el último que se ahogará en el intento.
Apenas nos conocimos, nos dejamos llevar. Me hiciste flotar. Tuvimos tiempos buenos y tiempos difíciles, pero nunca malos tiempos. Aprendimos juntos las maravillas de la convivencia, las alegrías, los sufrimientos, las comidas, los momentos de complicidad, los vinos en el balcón mientras mirábamos la ciudad de nuestros amores. Ahora ya no estamos juntos, pero tú has plantado mi alma en los predios fantásticos de la felicidad. Contigo comencé a flotar, ahora siento que mis pies jamás volverán a tocar el suelo.
Seguramente tengo la más grande pena que un ser humano puede cargar, pero esa carga me resulta liviana pues lo entregué todo. No me guardé nada. No tengo que reprocharme, sino el haber fracasado en mi búsqueda de la felicidad definitiva. Quizá no sea tan injusta esta forma de morir, que es el fracaso, porque están los recuerdos para remover los sentimientos, está la nostalgia para conseguir una leve y tibia sonrisa. No me iré de ti definitivamente, como tampoco te irás de mí. Me gusta pensar que hay algo que sobrevive después de la muerte. Y ahora estoy convencido de ello, pues en el pálpito final de nuestro adiós he ido sintiendo que podré vivir siempre en ti. Y mientras te veía también morir ante mis ojos, cincelabas tu presencia en mí, indestructible, altiva, serena.
Nuestro amor y respeto seguirán prosperando pese a la separación, estoy seguro. Sabemos que tras la colisión hay heridas que restañar, pero también perdones que extender. Tras ello nos ubicaremos en el justo medio, desde donde nos podremos mirar además con gratitud, emoción y ternura. Hemos soñado juntos y en la misma dirección, hasta que una pesadilla trajo a nuestras noches el insomnio, y a nuestros días la ruina. Nada es imposible: ello no lo fue y tampoco lo será la resignación.
Ahora he amanecido sintiéndome solo. Preguntándome si es esta la habitación donde duermo. Y sí, es esta misma habitación, pero ya no estás. Ya no estamos. Entonces, abrumado por el desconcierto salí a la calle. Y me vi solo, mientras la gente se multiplicaba a cada instante. Hubiera preferido no caminar estas calles hoy, porque a pesar de que las he visto miles de veces, siento que no las conozco más. Estoy perdido. Pero hay calles que sí conozco, porque las caminé contigo. Ambos sabemos dónde y a qué hora me sentaba a esperarte al filo de las siete de la tarde, para luego comprar una coca cola para ti, por ejemplo. O aquella preciosa calle llena de robles verdísimos por donde pasamos corriendo en medio de la lluvia. Eso tampoco morirá. En las noches y dormido podré regresar por esas calles, parques y ciudades donde sólo fuimos felices, sin más explicación.
Si pudiera dejar mis prejuicios me gustaría encontrarte otra vez, para saber que es posible regresar por nuestras huellas más valiosas, sueños imperdibles, abrazos todavía tibios o hasta calientes. Quizá no me importaría volver atrás para llenar contigo -y una vez más- nuestros sacos de esperanza, así ello signifique retractarme y aceptar que sí: es posible remendar un cristal roto, sin dejar rastros.
Con el vasto amor que, sabes, siento por ti:
(y en este punto terminaba la carta, sin una firma, sin un nombre).
Las primeras sombras de la noche me sorprendieron con el papel entre las manos. Todavía turbado asentí con la cabeza al casero que preguntó si me quedaría con el apartamento.
DE: CARTAS APÓCRIFAS (EL JUEGO DE LA VIDA) Copyright © 2012 Rogger Alzamora Quijano
Me fascina el enfoque que le das, tu estilo hace que se pueda sentir la dureza de una despedida de la manera mas dulcificada. Estaba buscando nociones sobre la vida y la muerte. Y tienes razon: el fracaso es una forma de morir. Siento el compromiso de volver a leer mas de tu produccion. Saludos colombianos desde Manila, Filipinas.
ResponderEliminarMuy bien escrito. La separacion es siempre triste, pero mas cuando hay amor. Valorarlo en el mismo momento es algo que muchos no sabemos hacer. Otra vez pones el dedo en la llaga.
ResponderEliminarSiento discrepar contigo, querido amigo. Los cristales remendados ya no tienen igual visibilidad. Cada día que pasa, el cristal del amor muestra una nueva rotura y en poco tiempo ya no se puede mirar a través de él.
ResponderEliminarTu texto es hondo. Un gran amor no merece ser herido de muerte, pero a veces lo hacemos, solamente para arrepentirnos siempre.
Espero leer la continuación de esta historia que parece quedó inconclusa, aunque veo que está compilado en "Pequeñas Historias". Tu estilo es un deleite para mi.
Todo se puede recuperar con la sola voluntad y necesidad para hacerlo. Sin ellas nada es posible.
ResponderEliminarUna narracion precisa, con las palabras justas, pulcra y sin exagerado melodramatismo. Congratulaciones. Es un placer visitar tu sitio.
Carinos.
Noelia McP. F.